domingo, 15 de diciembre de 2013

La llegada a Cádiz del bergantín Pezuela

El buque escuela de la armada chilena "Esmeralda", gemelo del español
"Juan Sebastián de Elcano", y también armado en Cádiz

En 1825, maltrecho y averiado, llegaba a Cádiz el bergantín "Pezuela" tras larga travesía. Nadie se explicaba como aquel barquito, que llevaba diez años batiéndose el cobre en el Pacífico en las guerras de independencia de Perú y Chile, había sido capaz de tal hazaña.

Lima y El Callao
La proeza fue navegar desde Quica, en Perú, hasta Cádiz. Tras su duro bregar con las armadas insurrectas, el pequeño buque de guerra que armaba 16 cañones, 20 según los independentistas, con años de no ser reparado o carenado en apostadero o arsenal, recibió la orden, una vez perdida la batalla de Ayacucho y expulsados los españoles, de tomar rumbo a Cádiz. La otra opción, tal vez mejor, era enfilar el apostadero de Cavite, en Filipinas. 

Mientras el "último de Filipinas" que los españoles tenemos en todas las guerras, José Ramón Rodil, que años después sería presidente del Gobierno, resistía en El Callao y no había forma de que rindiera el puerto. El "Pezuela" junto con la fragata "Esmeralda" y otros barcos, defendieron al Rey a degüello. En Valparaíso, a punto estuvo el inglés O'brien de apresar nuestro buque. Si bien el "Esmeralda" fue capturado a costa de la muerte del mercenario -el primer oficial de la armada chilena muerto en combate- nuestro "Pezuela" escapó. 

José Ramón Rodil
Desde entonces siempre hay alistado en la armada de Chile un "Esmeralda", uno de ellos botado en Cádiz y gemelo de el "Juan Sebastián de Elcano". Todavía escriben los peruanos que capturaron al "Pezuela", y que luego sirvió en su armada con el nombre de "Belgrano". Pero el "Pezuela" tras un ciento de batallas y cañoneos y con no pocas presas en su haber, cumplió órdenes y llevó a nuestro país la noticia de la batalla de Ayacucho, y de que se había puesto el sol en Chile y Perú. Cuando arribó a Cádiz cuentan las crónicas (la de la Armada Española en el Siglo XIX de Fernando Bordejé), que por su hazaña -obedecer- fue ascendido su comandante y se rebautizó el barco con un nuevo nombre: "El Temerario".

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