En México, en enero de 1811, setecientos milicianos realistas con cuatro cañones, en la hacienda "Aguanueva" de Coahuila, al mando del coronel de Caballería Antonio Cordero y Bustamante, se disponían a enfrentarse a un ejército insurgente de ocho mil hombres y dieciséis cañones. (En la ilustración un combate contemporáneo en aquellos tiempos revueltos: la captura del cura Hidalgo en 1811)
Cordero era el gobernador de Coahuila y Texas, residiendo en San Antonio. Caballero de la Orden de Santiago, cincuentón, soltero y curtido en mil destinos y batallas en el virreinato de Nueva España, tenía el cuerpo cosido a cicatrices. No en vano había combatido a las naciones indias de su zona: comanches, tahuacanes, tahuayeses y aguajes; nativos americanos no tan famosos como los sioux y demás, pero igualmente combativos.
El coronel, que hablaba francés y latín, también había combatido a los estadounidenses que no respetaban las fronteras con La Luisiana con incursiones filibusteras. Pálido de piel y con ojos azules, se pasó la vida defendiendo al monarca de turno y, en esta ocasión y al grito de "¡Viva Fernando VII y muera Hidalgo", se preparaba para combatir a la española, o sea, a la desesperada, frente a un contingente que le superaba en diez a uno.
No todo en su vida fue dar sablazos, tuvo tiempo para enlosar Durango, colonizar aquellos territorios inhóspitos fundando Cuatro Ciénagas en 1800 y Nava en 1801, entre otros logros.
La independencia de México iba a tardar todavía algunos años, pero aquella mañana de enero de 1811, poco antes del combate, seguro que se acordaría de Cádiz, su ciudad natal y la de sus padres, patria chica que también pasaba por difíciles momentos.
Los ochocientos criollos de Cordero, en cuanto vieron aquella masa de insurgentes, tiraron las armas y se sumaron al ejército independentista. Cordero y unos cuantos españoles escaparon hasta ser apresados en Saltillo. En abril siguiente fue liberado y nombrado gobernador de Sonora, donde murió en 1823.
En Cádiz nos olvidamos de Cordero pero el emperador Iturbide lo nombró mariscal de campo. (Agosto 2009)